9 ago 2008

FASE II - Capitulo 5 - Cánticos del Alma / El Nuevo Frudikdur

Me encaminé entonces al Ministerio, donde por fin haría esa tan soñada prueba para convertirme en frudikdur. Había repasado durante una semana entera las invocaciones que seguramente cautivarían al jurado que me evaluaría. Realmente era fácil convertirse en frudikdur, en especial cuando se contaba con un largo historial de éxitos en los estudios y se contaba con la amistad de la hija del Juez Supremo. Me preguntaba entonces, si el estaría en la prueba, con lo ocurrido en su casa, no lo había visto de nuevo.
El simple hecho de acordarme que casi destruyo su hogar, solo por jugar con Gazell a ver quien era mas poderoso, casi costó una “masacre”. No es que este alardeando de mi poder, pero se que es mucho. Me preguntaba si mi evaluación tendría que ser tomada con datos tanto del presente como de mi pasado. El simple hecho de haber realizado transpotencialización sin siquiera contar con el Certificado de Arte Potencia, me hacia un infractor de las leyes del Reino. Aunque en lo personal fue un caso diferente, pues el poder simplemente emanó de mí, ni siquiera sé a quien fue a parar esa energía. Recuerdo que en ese momento, sentía que mi cuerpo se fusionaba, que algo que faltaba en mí, nacía en mi interior y luego lo expulsaba.

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— Este muchacho... ¡¿Como es posible que tenga tanto poder?!
— ¡Deténganlo a toda costa!
— ...Mi maestro... ¡ustedes lo han matado! — exclamó Odín. Recuerdo que en ese entonces, no había mucho que pensar, o atacaba o se dejaba matar por esos individuos, yo yacía tirado en el suelo, viendo como mí pupilo, se había convertido en el ser más poderoso del Reino.
— ¿Qué esta haciendo? — exclamó uno de los hombres que luchaban contra mí. Recuerdo que en ese momento las palabras le salían de la boca sin que Odín pudiera controlarlas.
— “La luz de la luna nos mantiene unidos, por el poder de los cuatro pilares del Reino, se mantiene todo en una sola alma y mantiene los flujos de energía que fluyen en mi cuerpo, las esferas del Reino invocan... la transpotencialidad”... Don Anciano... no me abandone ahora... — recuerdo entonces que en ese preciso momento, mientras sus “enemigos” se retorcían de dolor, sin siquiera el tocarlos, una especie de aura dorada rodeo su cuerpo, y por primera vez pude escuchar los canticos de las pequeñas entidades del Reino, o era yo quien me desvancecía (Don Anciano se refiere quizá a los serafines). Su cuerpo emitía rayos de luz de un tono que no podría describir de otra forma, más que de un color tan brillante que cegaba la vista de quien la viera y de esos mismos rayos, que viajaban en línea recta hasta lo infinito, penetraban los cuerpos de aquellos hombres, de forma brusca y casi inhumanamente. Los rayos cortaban sus brazos y aun así ellos continuaban con vida... creo que era debido a la procedencia de ese poder. Pero más que todo, por un breve instante llegué a sentir zozobra por esos seres. Uno de ellos miraba a Odín con tal rencor, que mi alma sintió desvanecerse por un momento, pero Odín no parecía detenerse con su “ataque”. —...mi maestro no les había hecho ningún daño... pero ustedes insistieron... hasta que lo mataron... no se quien o quienes los han enviado, pero eso no esta bien... no en un tiempo de “paz” en el Reino... — dijo todo Odín recuperando consciencia de si mismo, con la voz mas temblorosa que en aquellas ocasiones cuando hacía frío extremo. Entonces tomó con sus manos uno de esos rayos, tal si fueran lazos. Con la mano derecha sostuvo, y pareció sentir el origen de ese majestuoso poder, no solamente era la transpotencialidad, sino que en realidad había despertado el poder que vivía en sí. Aun cuando se encontraba expulsando poder que le sobraba, este se agigantaba cada vez más. —...pagarán su error... el cual ni el Foru Fayo tendrá perdón o piedad de los jueces... — tomando el rayo firmemente, se tornó de un color casi traslucido, y logró, sin querer, dividirlo en varias partes... y fue entonces que aquellas lagrimas dejaron de correr, fue entonces que los “lazos” en que se había dividido el rayo, destrozó partícula por partícula, centímetro tras centímetro los cuerpos de nuestros atacantes. Desintegrándolos por completo, y una estela de luz tan iluminada como los rayos anteriores, se elevaba por el cielo, desapareciendo lentamente. Ese era la parte del poder que viajaba a algún individuo que habitaba en algún lugar de otro mundo, paralelo al de nosotros. No tenía la mínima idea de cuanto poder había transferido, pero si la cantidad precisa para mantenerlo con vida, pues de no haberlo hecho, quizá Odín no hubiera sobrevivido a su propia fuerza.
— O… ¿Odín? — dije, casi inaudible.
— ¡Don Anciano! ¿Dónde esta? — exclamó Odín.
— A tu derecha Odín… escúchame bien… escucha bien lo que tengo que… decirte — dije con el casi ultimo aliento de vida.

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Me concentraba entonces en ese tan esperado momento, el que al fin podría disfrutar de un mejor estatus en aquel lugar, en el que sentía casi mío, el titulo de frudikdur. Entré entonces al Ministerio, pero esta vez era totalmente diferente.
— Permítame guiarlo a la sala de pruebas, señor Odín... — dijo uno de los que allí trabajaban.
— Gracias... — le respondí con naturalidad.
— Los Guardianes generales, los miembros del consejo y el Juez Superior ya se encuentran en la sala, temprano como siempre... y los miembros representantes del Clan Noxó ya están por llegar... de allí en más, estamos casi listos por ver su presentación, mi señor... — dijo aquel tipo.
— Claro... mi presentación... — debo admitir que mi nerviosismo se agudizo mas, al escuchar la lista de “espectadores” que asistirían a la prueba.
Continuábamos caminando sin girar ni a diestra ni siniestra, el empleado me dijo que no me podía acompañar mas allá de esa puerta, pero que me deseaba éxitos y esperaba que obtuviera la cinta de frudikdur (cinta es otra forma de llamar al puesto de protector). Me despedí gratamente y las puertas se abrieron por su propia cuenta, aunque no me sorprendió.
— “Odín... el consejo se honra en presenciar tu presentación para la cinta de frudikdur... no desaproveches este intento...” — dijo Rhema’z, quien había penetrado en mi mente para desearme suerte. Ella y el grupo de frudikdurs que la acompañaban estaban sentados en lo alto del lugar, junto a los miembros del consejo y las demás entidades que había mencionado el empleado anteriormente, ella me lo había dicho también, con las ubicaciones exactas de cada persona en aquel lugar; pero de todas, la que mas me impresionaba que estuvieran allí era ella, Rhema’z.
— “...Haré mi mayor esfuerzo, Rhema’z” — le respondí. Con el paso del tiempo y de su compañía había aprendido esa técnica que ella tenía para hablar sin necesidad de emitir sonido alguno.
— “espero con ansias verte en nuestro lado Odín...”
— ¡ODÍN! Los miembros del consejo han determinado la forma en que les demostrarás que eres digno de la cinta disponible para el Clan de los frudikdurs... — recitó la Secretario del Consejo. Una mujer hermosa, según había escuchado, que me había dado clases de mondú en la Academia. — los miembros desean que ejecutes esa técnica que penetra los cuerpos y desintegra el alma... — culminó ella.
— ... — no pude expresar palabra alguna. Desde aquella ocasión, no había sido hábil para ejecutarla de nuevo.
— En orden de convertirse en frudikdur, el consejo demanda que realice tal técnica, y no escatimaremos en mas detalles, señor Odín... — explicó ahora Atlante, quien ahora se comportaba de forma mas imparcial, al parecer un puesto te hacía actuar en determinadas formas, de acuerdo a la ocasión.
— ¿es capaz de realizarlo Odín? — preguntó ahora, quien menos lo esperaba yo. Era Rhema’z quien me preguntaba.
— ... — yo continuaba sin decir nada. La pesadez de aquella petición me impedían pensar o hacer algo.
— Lo que supuse... esa técnica necesita un “reactivo”... tráiganlo... — ordenó la Secretario del Consejo.

Entonces un par de puertas se abrieron detrás de mí, quizá las mismas por donde yo había entrado.
— ... Odín... — dijo una voz que no tardé en identificar. Gire mi rostro casi inmediatamente.
— ... D-don... a-anci-ci-a... — mi sorpresa no podía ser mayor, era definitivamente su voz.
— ... Odín... — dijo el.
— Maestro... usted...
— Odín... has la técnica... — escuche entonces como un sonido de espada atravesaba su cuerpo. No podía resistirlo, era doloroso. Como algo así era permitido en el Ministerio.
— ¡NO!... ¡Deténganse! Esto... esto es... imperdonable... — yo gritaba lo mas fuerte posible, sentía miedo, pesar, dolor, todo cuanto pudiera hacer por mi maestro estaba completamente bloqueado.
— “Odín... confía en ti... no se detendrán hasta que realices la técnica” — me explicó Rhema’z.
— ¡NOOO! — grité. Entonces el mismo dolor de aquel entonces abordó mi cuerpo, pero esta vez, no sentía pena por nadie, y me dediqué a querer atacar a los miembros del Consejo, tomaba los rayos de luz con mis manos, y sentía como me lastimaban las palmas, pero el lamento de mi maestro me hacía mas fuerte, como podían los “honorables” miembros del Consejo hacer pasar a alguien por esa situación, no se supone que deba existir el dolor aquí, no en este mundo, entonces que esta mal conmigo... que esta mal con ellos. Yo gritaba exasperadamente, hasta que logré controlar el poder que surgía de mí y pude, en un solo intento golpear a la Secretario del Consejo, lo cual hizo que todo se volviera silencio total.
— ¡Bravo! Eso es lo que queríamos ver... — exclamó uno de los ancianos del Consejo. Yo estaba respirando costosamente, apenas podía mantenerme de pie, y sentía como la sangre salía por el ardor de mis manos.
— ... me parece adecuado para el puesto, con una técnica así... quizá sin este escudo yo hubiera muerto... y si el no fuera ciego... — dijo la Secretario, con la voz cortada por el susto.
— “Odín... siento mucho todo esto...” — dijo Rhema’z en mi mente.
— “Don anciano... ¿donde esta?” — le pregunté.
— “Don Anciano expiró el mismo día de tu primera transpotencialidad... esa voz que escuchaste no era nada mas que una ilusión en tu mente... creada por los miembros del Consejo... lo siento Odín...” — explicó ella llorando.
— ¡NOOO! — grité nuevamente. Las lágrimas corrían a torrentadas por mi rostro, con mis manos trataba secarlas, pero no había más remedio que continuar con ese sufrimiento. Simplemente no me podía explicar como se definía la justicia en el Reino, y si ahora yo era un frudikdur me encargaría de cambiar esas cosas, pues no quería que nadie sufriera de la misma manera que yo. Ahora era mi oportunidad para comenzar una nueva era en el Reino. “Don Anciano... su memoria... la pondré en alto... Rhema’z... nuestro sufrimiento acabará algún día... lo prometo.” Siento como mi cuerpo se abalanza contra el suelo, despierto dos meses después en el Santuario de la Luz, con una cinta en mis manos. Es verdad, ya soy un frudikdur, no fue un sueño.

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