9 ago 2008

FASE II - Capitulo 6 - Extrema Felicidad / Las Exigencias de Odín

Caminaba por las calles de la Capital, esas que tienen los blancos mosaicos a tus pies. Donde la gente te sonríe al verte pasar y te elogia al ver que cargas la cinta de frudikdur. Al comienzo me sentía completamente feliz, mi pecho se hinchaba de felicidad cuando me llamaban “su excelencia” o “mi señor frudikdur” o alguna cosa por el estilo. Cada mañana al caminar por esas calles y avenidas la felicidad se topaba conmigo, me hacía revivir el alma y me transportaba a campos donde todo era paz y tranquilidad, de verdad era feliz, hasta que cierto día me había olvidado de mi verdadera misión, de mi único motivo por el cual me había convertido en frudikdur. La única razón por la cual había permanecido todos esos años detrás de los libros de la Academia y de las enseñanzas del Centro Mondú, el verdadero por qué de todo este escenario. Ese día, había olvidado todas esas razones. Sin importarme mas la felicidad de los demás seres, incluso llegué a olvidarme de Rhema’z, quizá por que me sentía totalmente independiente y libre. De hecho, ya no extrañaba su presencia cuando ella se encontraba en su santuario. Al parecer se encontraba muy ocupada, pues las visitas que hacia a mis pensamientos se frecuentaban cada vez menos.
Fue entonces que regresé a mi día, luego de rondar mi mente con cosas que me hacían feliz. Me encaminaba hacia el Ministerio, a formar una reunión entre frudikdurs, la primera desde que yo había sido nombrado uno de ellos. Entonces recordé el rostro de Rhema’z y la promesa que había hecho. Aun yo era nuevo, pues todavía me alegraban los halagos, y todavía no había conocido los poderes y las habilidades de los demás frudikdurs. Me sentía muy emocionado, a pesar de ser amigo de Gazell y de Rhema’z, incluso conocer a Atlante y a Trufh, me parecían desconocidas sus técnicas, sus conocimientos en Mondú, todo era completamente misteriosos para mis ojos. Mientras continuaba recibiendo miradas de cortesía, por parte de las entidades de la capital, me encontré con un triste espectáculo.
— Solo las entidades puras pueden pasar a las salas de relajación, tu no tienes siquiera una insignia, ni cintas que representen tu rango... lo siento jovencita, usted no puede pasar—dijo un hombre calvo con aspecto amargado, de ropas finas y brillantes. Mirando despectivamente a aquella muchacha, con fachas mas humildes, quizá de las entidades menos privilegiadas del Reino.
— Pero señor, le ruego, me han dicho que aquí... en estas salas puedo purificar mi alma... déjeme entrar aunque sea por unos pocos minutos, pues debo regresar a las afueras de la capital a cuidar de mi madre... —suplicó la joven, con lagrimas en sus ojos.
— ¡Ya te lo he explicado, muchacha necia! Si no cuentas con un rango no puedes usar las salas de...
— Déjela pasar... Anciano Rusnof... se lo ordeno en nombre del clan de frudikdurs—interrumpí, exigiéndole a aquel hombre dejar pasar a la joven.
— Pero mi señor Odín, es contra de las reglas... ella no...
— Yo se lo que está en contra de las leyes del Reino, pero me es imposible permitir que una entidad mas débil tenga que ser sometida por gente como usted, solo por no poseer un puesto en las jerarquías de El Reino... le ordeno que la deje pasar para que sane su cuerpo cansado y regrese pronto a su casa.
— Pero...
— No es necesario, su excelencia... yo me marcharé enseguida. —dijo la muchacha levantándose y comenzando su camino.
— ¡ALTO!... regresa aquí muchacha... —le exclamé tomándola de la muñeca.
— Esto simplemente no es correcto... —musitó el dueño de las salas.
— Ordeno que abras la puerta, viejo avaro... —diciendo esto, el anciano Rusnof abrió las puertas de las salas. Entonces animé casi inaudiblemente a la joven a que entrase y sanara su cuerpo.
— ...mu-muchas gracias su excelencia—dijo ella haciendo una reverencia y entrando en las salas, donde podría ser atendida como una alta entidad.
La gente murmuraba mi acto, pero tenia la plena seguridad que estaba queriendo cambiar la supuesta igualdad en la que esta erigido este Reino. Jamás volví a tener noticias de ella. Supongo que al menos disfrutó unos momentos como si hubiese sido una noble.

Luego de tal escena, me encontré con las oficinas centrales del Ministerio, un edificio blanco, con ventanas de un pálido azul, que reflejaban la luz proveniente del foru fayo. Justo venían llegando Trufh y Gazell, me saludaron y nos dirigimos a la sala de reuniones que teníamos para nosotros, exclusivamente. Al entrar a la sala, noté que solo nosotros tres hacíamos falta.
— Llegan tarde... —dijo Atlante.
— Sean bienvenidos... todos—dijo Rhema’z con su melodiosa voz. En ese momento me sentía muy feliz de verla, y una sonrisa se dibujo en mi rostro. —he preparado esta reunión para que podamos conocer las técnicas de cada uno, las nuevas desde luego, recordemos que debemos permanecer en total sincronización, para mantener el equilibrio del poder en el Reino—explicó ella.
— He redactado la lista en orden de antigüedad, así que primero pasará Gazell, para que nos expliqué sus nuevos logros—dijo Ghenabis, mostrando un pergamino de color amarillento. Al decir esto, los demás seres que estaban en la sala tuvieron que abandonarla, dejando solamente a los frudikdurs.
— Gazell si nos haces el favor—dijo Rhema’z.
— Desde luego, hace años no hacemos una reunión de estas.
— ¿Recuerdas las reglas?— interrogó Rhema’z.
— Como si fuera ayer... comienzo... —entonces Gazell adquirió una actitud mas seria, la verdad la llegué a desconocer por esos momentos— demostración de adquisición de energía del cristal de Viento, frudikdur Gazell... —recitó ella— convoco el poder del Remolino... sellado en mi espada para utilizarla contra los ataques mas... ¿puedo dejar de fingir ya? —interrumpió ella.
— Así es... desde que han salido esos tipos... —explicó vagamente Atlante.
— Muy bien... ahora podemos hablar sin interrupciones... Odín... quisiera que comentaras tu idea frente a todos nosotros... ahora es el momento que compartas tus ideales con todos nosotros, estoy segura que todos te apoyaran. —explicó Rhema’z.
— ¿mi idea? —realmente me había tomado por sorpresa. No me esperaba que aquella reunión fuera por tal razón. —Pues verán... durante siglos... desde que llegué a este Reino, el destino ha conspirado para que mi vida y la de muchas de las entidades de este lugar se vean aplastadas por una innumerable cantidad de leyes absurdas y de prohibiciones y de divisiones sociales... creando un inestable sistema de administración del Reino. Por suerte, para los ministros, no se han creado rebeliones, porque todos tienen miedo a reclamar su libertad.
— ...cuando hablas de “libertad”... ¿a qué te refieres?—preguntó uno de los frudikdurs, uno con el cual no había tenido mucha interacción hasta ese momento. Su nombre, Leviatán, el protector del templo de Ayoa (en mondú “agua”). Quien hasta ese entonces se había mantenido lejano a mis percepciones.
— Libertad... en muchos aspectos mi señor Leviatán... dígame usted si se le permite a una entidad sin insignias ni cintas pisar las calles de la Capital... o si se permite a un miembro del Consejo atender a esas entidades de “estrato social inferior”...
— Las leyes son las leyes, el Ministerio, el Consejo y el Juez Supremo y el Ser han creado estas leyes para ser respetadas y que todo funcione bien en nuestro Reino...
— Dígame entonces porque esta mañana... una simple entidad “común” estaba siendo maltratada por un élite de la Capital... es un acto degradante y que va en contra de las leyes, mi señor Leviatán... —exclamé defendiéndome a toda costa, sabia que mostrarme blando no funcionaría.
— Pues esa entidad será supervisada por el Ministerio para evitar que siga tratando a otros seres de la misma manera, lo que no me explico es como llegó alguien tan “inferior” a la Capital...
— Venía en busca de auxilio... al parecer el Ministerio ya no demuestra interés en aquellas zonas de afuera de la Capital, dejando a todos sus habitantes en total desamparo... déjeme recordarle que es allí donde viven todos aquellos que no tienen dones ni habilidades de evagia. Y su simple estructura espiritual no perdura por la eternidad como nosotros que hemos sido acogidos en la gracia de El Ser...
— Son simples lagunas en las actividades del Ministerio, recuerde que los funcionarios de esa institución no solo velan por las vidas aquí en el Reino... sino que también por el Mundo...
— ¡No es excusa para dejar abandonadas a esas entidades! —exclamó Gazell— luego el Ministerio querrá hacer ejecuciones nuevamente, como hace siglos...
— Esa fue la excusa perfecta para deshacerse de miles de entidades que no fueron “dignas” de permanecer en el Reino. —interrumpió irritado Trufh.
— La dignidad de una entidad del Reino no debe ser medida por su fuerza o su poder... y el ministerio atenta contra ese principio... — continuó Gazell.
— Entonces... ¿que es lo que propones Odín? Sea lo que sea, recuerda que existen estructuras por sobre nosotros, que no serán fáciles de convencer para cambiar las cosas. Comenzando por el clan de Guardianes, que siempre nos pasan contando los pasos... —dijo Leviatán.
— Yo propongo que...
— Levantemos un bloque de oposición contra esas reglas absurdas que se han emitido en los últimos siglos, para que las cosas cambien a favor de los “débiles”... —interrumpió Atlante, quien se había quedado escuchando los comentarios y silencio. Recuerdo que en aquel entonces, él, era el líder de los frudikdurs.
— ...no solamente una oposición, ya que eso dejaría a las mismas personas en el poder... —expliqué.
— Entonces lo que quieres es una revolución... es un acto muy de humanos, pero para una entidad de el Reino... debe ser algo mas que una revolución, Odín... — dijo Leviatán.
— Pero para poder luchar contra las fuerzas del Reino, necesitamos mas poder... mas del que ya tenemos, pues al lanzarnos a batalla, un simple Noxó puede vencernos a todos nosotros... —continuó Rhema’z.
— ¿existe alguna forma de obtener ese poder? — interrogó Gazell.
— La hay... justo con Odín, hemos investigado durante algunos años... y es posible... pero es a la vez muy riesgoso y podríamos no sobrevivir... además que utilizar ese método de no tener autorización, sería un crimen, pero dado que luchamos contra las reglas vigentes... no será problema alguno, algún día se enterarán... — explicó Ghenabis— la posibilidad de maximizar nuestro poder es infinita, pero los riesgos son iguales.
— ¿cual método sugieres? — preguntó Leviatán, quien comenzaba a dudar sobre los objetivos de la supuesta revolución.
— ...absorber los cristales de cada santuario y transpotencializar el poder a nosotros mismos, múltiples veces... —todos los presentes tornaron sus caras a un asombro que me azoró, mas que la probabilidad de fallo del plan—...eso significará un aumento infinito de energía y fuerza...
— Mas de alguna vez tendrían que haber transpotencializado ya... no veo cual sea el miedo... —recalcó Rhema’z manteniéndose positiva—...mientras este todo en secreto estaremos bien... yo te apoyo Odín.
— Tendríamos que absorber los cristales dices... tienes idea de la cantidad de poder que tu cuerpo tendría que soportar... ¿tienes alguna idea? — interrogó Atlante, al parecer la idea no le sonaba nada bien.
— No tendríamos que hacerlo todo de una vez, he tomado eso en cuenta, en la Academia nos lo enseñaron... pero la transpotencialización puede realizarse parcialmente... —explicó Rhema’z.
— Al igual que absorber los poderes de los cristales... recuerden que somos los únicos que tenemos acceso a ellos... y esa es una ventaja... — concluí. Entonces el resto asintió con la cabeza, ese sería el comienzo de las revueltas que estaban por caer en el Reino.

— ¿Regresas al Santuario tan pronto? — le pregunté a Rhema’z mientras salíamos del Ministerio.
— Debemos permanecer lo mas discretos posibles, ahora no nos protegen las paredes del Ministerio y los Guardianes podrían escucharnos... hasta pronto Odín... —ella se dirigía hacia el centro de la Capital donde sería escoltada por Guardianes hasta el Santuario de Deinfu. —...No es momento de dudar... — exclamó antes de perderse entre la gente.
Ciertamente, ella tenía razón, ahora habíamos comenzado a revolver las aguas y se iba haciendo tarde para calmarlas.
— El plan que planteaste... —dijo Leviatán acercándose a mí—parece mas una guerra que otra cosa...
— Es una guerra... pero para mejorar la vida aquí... —respondí tomando camino, pero el me tomó del hombro.
— Las guerras son ganadas con valor... ahora ya nos convenciste, a todos y cada uno del Clan de frudikdurs, no se te ocurra traicionarnos o mentirnos... pues el poder por el cual estas apostando se revelará en contra tuya... —dijo el con un tono frío, que me caló los huesos y cada centímetro de piel.
— La victoria será nuestra... de eso este seguro mi señor... —respondí tratando de demostrar confianza, mas sus palabras me habían asustado, y mucho.
— (sonríe) Rhema’z no es la única que puede leer la mente, Odín... —diciendo esto el se retiro.
Sabía que convencerlo a el de mis intenciones sería toda una tarea por cumplir, pero en cuanto lo lograra, Leviatán sería de gran ayuda para nuestros objetivos, comenzando por las influencias que tenía en el Ministerio. Nuestro plan se mantendría en secreto hasta ese día, donde lucharíamos por la verdadera justicia en el Reino.

“...y entonces el gran pensador traicionó la confianza de sus superiores, tomando lo que no era suyo y usándolo en contra de sus semejantes...”
Corte del Libro “Magnebiku”
Bajo la potestad del Clan Noxó.

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